jueves, 17 de marzo de 2011

Primera Intervención; Jardín Florido

Jardín Florido

Fernando Bertapelle, fue el piropeador más famoso y respetuoso de los años '50 y '60, dueño de frases inocentes, lisonjeras, que engalanaron las esquinas céntricas de Córdoba. El hombrecito de traje negro, galera, bastón con empuñadura de marfil y flor en el ojal, un clavel, tal vez un jazmín, o una indefinida, nadie puede precisar cuál era la flor que portaba.

Había nacido en Bassano de Grappa, Italia, en 1888, dicen casi todos. Pero, también hay quienes cuentan que, en realidad, había llegado desde un pueblito de la provincia de Santa Fe. Pero fue en Córdoba en donde se ganó su apodo y empezó a nacer una leyenda.

Jardín Florido aplicaba el principio de igualdad. Para él no había lindas, feas, gordas, con anteojos de gruesos cristales, portadoras de falda hasta los tobillos, jóvenes sensuales o ancianas jubiladas. Todas eran mujeres, dignas de las más dedicadas y delicadas palabras. Cuentan que se ganó la vida como litógrafo, mozo de comedor en el ferrocarril Belgrano y en la confitería Richmond, encargado del aristocrático Crisol Club, valet de un gobernador, mayordomo de una estancia, procurador judicial y gestor de la inmobiliaria Villalón durante sus muchos años cordobeses. Dicen que acertó la lotería dos veces y que con ese dinero se compró el Packard -del mismo color y modelo que el de Carlos Gardel- que sería su orgullo y luego su ruina cuando, por piropear a una señorita mientras conducía, se subió a la vereda y lastimó a un grupo de jóvenes , la consecuencia fue la venta del auto para pagar las obligaciones judiciales. A los 80 años, en su casa del barrio de Alta Córdoba, en la fría mañana cordobesa del mes de julio de 1968,la vida de Jardín Florido se extinguía, y se agrandaba la leyenda del hombrecito educado y galante.

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